Elena Burque … UNA FUERZA DE LA NATURALEZA

Tomado de La Jiribilla
Bladimir Zamora Céspedes | La Habana

El próximo nueve de junio se cumple otro aniversario  de la muerte de Elena Burke. Se nos ha venido encima ese tiempo, sin todavía explicarnos cómo se puede vivir sin tener siempre pendiente una cita con ella en algún rincón de La Habana, donde poder sujetarnos a su voz como al más poderoso talismán. Ahora cuando uno se reúne con otros también entregados a su manera de hacer la canción, o cuando reflexiona solo, mientras ella vuelve a cantar como si fuera la primera, desde el aparato de discos compactos; se impone la necesidad de buscar las razones, a partir de las cuales se la puede considerar una artista irrepetible. Sus datos biográficos, analizados con frialdad, arrojan una trayectoria muy semejante al de muchas otras figuras de la música cubana, que cobraron mucha o poca trascendencia, pero que de ninguna manera se le pueden comparar. Nacida en La Habana de 1928 y en un hogar humilde, no cursó altos estudios, ni de música ni de alguna otra materia. Más